Artículo: Cinco cosas que aprendí de mi padre - Opinión
De todas formas, cuando no sabíamos si seríamos niños o niñas, de fisionomía alta o baja, rubios o morenos, se iríamos a clases de ballet o de futbol, nuestro padre ya estaba muy consciente de que sería padre. Él, nuestro padre, pasó nueve largos meses pensando en cómo nos presentaría el mundo que había fuera de la barriga caliente y abrigada de mamá, en cómo nos enseñaría la importancia de tener carácter y personalidad, del respeto y el buen pensar, y luego en el primer mes, después de conversación larga con nuestra sonrisa a medias, ya había decidido que apoyaríamos a su equipo de futbol, al cual tanto amaba. Hoy, a los 15, 20, 30, 50 años después, somos un gran reflejo directo de su amor y cuidado que él dedicó a nuestra maduración durante todos estos años. No importa nuestra edad, seremos siempre las princesas y los hombrecitos de papá. Él, que nos instruyó sobre un poco de todo de esta vida, también nos ha demostrado en cada gesto afectuoso como la gente puede identificar a un hombre de verdad, y sin duda estas enseñanzas valen oro.
Nada más esencial que el respeto:
Desde niño aprendemos que necesitamos respetar al compañerito en la escuela, la profesora que enseña frente al salón, y todas las personas más viejas y hasta a los menores seres vivos que cruzan nuestro camino. Y así nosotros crecemos y buscamos a alguien especial que refleje esos valores que nuestros padres nos inculcaron. Alguien que esté a nuestro lado invariablemente necesita respeta nuestras elecciones, nuestro espacio, o nuestros momento y hasta decaídas emocionales. Esto queda en evidencia cada vez que tu hermano/a insiste en hacer todo de la manera incorrecta y de cualquier forma es merecedor/a de los abrazos cariñosos paternales.
Tareas domésticas también es cosa de hombres:
Hombre que lo es de verdad hace cuestión de dividir las tareas del hogar con la persona que eligió dividir su vida. Esa historia patética de “es asunto de mujer” se volvió cosa del pasado. El ejemplo comienza en casa cuando el padre se vuelve el mejor amigo de la escoba y de los trapos de cocina, de los desinfectantes y ollas, y ni siquiera eso parece quitarle el buen humor de quien nació por convencimiento para ser una criatura mansa. Como un modelo perfecto a seguir, bien frente a nuestros ojos, cuando salimos de la casa deseamos alguien que valorice la importancia de las tareas domésticas de la misma manera que nos enseñaron a apreciar. Sin sombra de dudas, observar a nuestro padre planchando ropa arrugada en cuanto mamá limpia la cocina prueba que cuando el trabajo aburrido es divido es dos, todo se vuelve mucho más divertido.
Paciencia es todo:
El mundo no fue hecho para quien hable más, sino para quien aprende a escuchar con cuidado. Eso es definido, cuando, luego de años de relacionamiento nuestros padres a veces se permiten el lujo de callar, al contrario de rendir una discusión sin sentido que no llevaría a ningún lado. Pasa que la mujer, en general, presenta cierta tendencia a sobrepasarse algunos limites vitales. Son demasiadas hormonas, agitación y cuando te das cuenta, allá van los dos, en medio de una pelea. Paciencia es una característica fundamental en la elección de un compañero/a, algo que posiblemente tu sabio padre haya dicho. Recuerdas cuando tú hacías cosas raras en el corredor del centro comercial y tu padre se sentaba calmamente en el banco de la plaza de alimentación, y esperaba que te calmaras por sí mismo y que vuelvas corriendo a sus brazos? Saber callar es una virtud esencial que se aprende con quien mejor conocer las locuras femeninas, luego de años de supervivencia con muchas mujeres diferentes; tu madre, hermana, abuelas, tía.
“No me molestes que puedo hacerlo”:
Para el hombre, que quiere probarse, resolver todo sin ayuda es una de las pruebas que mejores resultados arrojan. Desde la plomería hasta la lavandería, hasta el mínimo botón del control remoto, es una cuestión de honor que todo sea resuelto por el hombre de la familia. Les encanta arreglar, inventar, construir, instalar, todo que demuestre su existencia útil y notable, algo que ayude con el buen funcionamiento de la casa. Además de adorable (admite; te encanta ver que tu padre/novio se rompa la cabeza intentado solucionar algo sin solución), es una forma cariñosa de demonstrar que ellos se importar con nuestro bienestar. De igual manera cuando su ayuda no es necesaria ni en los más mínimos, cedemos para ver su cara de alegría cuando resuelve algo que para ellos es un rompecabezas mágico. Saber identificar a un hombre así es algo considerado divino. La lección no consiste en el resultado de la actitud tomada, pero sí en el compañerismo que necesitan siempre tener presentes en la pareja que camina a nuestro lado.
¿Botox? Bailar es mejor:
Son raros los hombres que realmente se importan con aquella arruga bajo los ojos, aquella gordura fuera de lugar o aquella panza que no baja por nada y sigue creciendo. Lindo, pero realmente maravilloso es observar a tu padre, hoy ya un poco más viejo que antes, mirar a tu madre quien ha dejado de ser una esbelta jovencita hace rato. El calor, la compañía, la entrega siguen los mismo, la única cosa que cambió fueron algunas míseras marcas que el tiempo dejó. La cosa más bella que tu padre te enseño sobre el mundo masculino, aunque suene disparatado, es que muchachos que valen la pena prefieren una buena pieza de baile en vez de una aplicación de Botox. En vez de estar desesperándote con el pasar de os años, no prestes atención en los punteros del reloj, toma la mano del amor de tu vida y bailar sin pensar.
Nuestro padre básicamente crea un camino del cual es casi imposible perderse, en el cual nos va acompañando por la difícil adaptación al mundo a fuera. Además de leer y escribir, transmite valor tan importante que muchísimas veces sólo quedaran claros más tarde en la adultez. Es normal escuchar centenas de veces que nos parecemos a nuestro padre, y no es por nada, ellos generalmente son el espejo de todo que nosotros esperamos encontrar en una relación saludable.