Crítica (spoilers): a frankenstein
Por Alejandro Niebla, 21 julio 2015
De los monstruos de la literatura de terror clásica, Frankenstein siempre había llamado mi atención. Así pues, cuando encontré el libro en una versión que me gustó mucho, no pude evitar comprarlo. Y creo que fue una buena decisión puesto que lo que yo creía saber del monstruo eran completas falacias que poco o nada tenían que ver con la excelentísima historia original creada por Shelley.
Entrando de lleno en la novela, lo primero que llamó mi atención fue que ésta comenzaba con varias cartas de Robert Walton, dirigidas a su hermana Margaret, que vivía en Saville, Inglaterra. Llamó mi atención porque no esperaba que fuese una novela epistolar, casi al estilo Drácula, aunque más adelante pude descubrir que no lo era del todo. A través de estas cartas, Robert mantiene informada a su hermana de sus peripecias en su exploración con rumbo al Ártico, en búsqueda de tierras desconocidas. Y hasta aquí nada de rastro de científicos y monstruos...
Lo central de la novela viene cuando, ya en las heladas aguas del Ártico, Walton y su tripulación rescatan a un hombre que se encontraba varado en un témpano de hielo errante. Desde un principio, la actitud de este hombre resulta demasiado enigmática y extraña, tanto así que incluso pone condiciones a su salvación, antes de subir al barco.

Después de esto se inicia el Diario de Robert Walton, dónde el capitán comienza a narrar el extraño interés que el hombre, llegados a este punto debemos saber que se trata de nada más ni nada menos que Víctor Frankenstein, despierta en él. Como agradecimiento por permitirle el acceso a su nave, Frankenstein promete a Walton que le contará toda la desdichada cadena de acontecimientos que lo han arrastrado hasta aquel navío en el medio del hielo ártico. Así, siendo lo más fiel posible a los hechos relatados oralmente por el extraño, Walton apunta todas las noches en su diario aquellas historias que el pobre hombre le confía en solitario.
Es así como conocemos los primeros años de vida de Frankenstein, su paso por la escuela, sus intereses, sus primeros dolores, su primer y único amor, y, lo más importante: sus planes de creación fundamentados en viejos alquimistas de siglos pasados, que termina en el nacimiento del "abominable" Monstruo de Frankenstein, condenando así su vida al sufrimiento eterno.
La novela en general, luego de que aparece el Diario de Walton, comienza a ser narrada por Víctor Frankenstein, que toma el papel de un narrador autodiegético y ya en las últimas páginas se retoma el diario de Walton y es el capitán quien le da el final a la historia en la posible última entrada. Sin embargo, durante el transcurso de la narración de Frankenstein también aparecen cartas enviadas a él. Ese fue uno de los puntos fuertes que me hizo adentrarme en la historia: el uso de elementos epistolares para dar el punto de vista de otros personajes sin tener que recurrir a una narración en tercera persona.
La Historia está bien construida, sin duda, a pesar de que es notable la carente experiencia de Shelley en el campo de trabajo científico. Sin embargo, ella usa un par de recursos para no obviar tanto esa situación, como por ejemplo, el que las macabras prácticas de Frankenstein, así como los métodos que utilizó para darle vida a su creación, no son explicados a detalle o revelados bajo la excusa de ser sumamente peligrosos para cualquier humano, dándole aún más misterio a la historia.
A pesar de que la novela es descrita como de terror, a mí realmente no me asustó en ningún momento, pero sí me mantuvo muy intrigado, por lo que creo, en mi propio criterio, que esta debió ser catalogada como Ciencia Ficción pura. Aunque, bueno, se está hablando de una novela escrita hace ya más de doscientos años. Y hace doscientos años el mundo era muy distinto al de ahora. Por ahora me quedó catalogando a la obra de Shelley como ciencia ficción, divagando sobre si en su momento llegó a causar pánico a los lectores.
A pesar de ser un clásico, no se me tornó como una lectura pesada en ningún momento y al contrario siempre estaba participando activamente en el relato ya fuera relacionando los distintos elementos entre sí, o bien, indagando y sacando mis propias conclusiones, las cuales todas fueron correctas, pero no por eso fueron predecibles... En serio que no. Aún pienso en ellos.

Alejandro Niebla .
18 años, estudiante de preparatoria, novato en canto clásico e intento de escritor. Casi padre de un bello pato y una hermosa gata. Amante de la Historia y de la música, sin saber crearla. Mi vida es a veces tan opaca como la Niebla, pero la llena un Mar de felicidad desde que mi persona decidió compartir su vida conmigo.
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